Por Abraham Esteve Núñez, investigador asociado de IMDEA Agua.

Las industrias agroalimentarias tienen por delante el reto de adoptar los principios de la economía circular en la gestión del agua.

El objetivo es rediseñar los procesos productivos con la mentalidad de evitar las “aguas residuales” y considerar todas las corrientes líquidas generadas como una fuente de recursos a aprovechar. La meta es alcanzar la eficiencia máxima en el uso del agua optimizando su uso y facilitando el máximo reciclado interno o externo de los recursos, y/o reutilización del agua en la propia planta o en el entorno próximo.

Un cambio en la forma de pensar con una visión integral y circular del uso del agua junto con la incorporación de nuevas tecnologías de tratamiento hará posible esta transformación.

El Ministerio de Ciencia lanza una compra pública precomercial para testar un nuevo prototipo de desalinizadora con 11,5 millones de euros.

El Ministerio de Ciencia e Innovación ha licitado el desarrollo de soluciones innovadoras en desalinización en Gran Canaria por un importe de 11,49 millones de euros con el objetivo de crear y testar un nuevo prototipo de desaladora de agua de mar más eficiente y barato.

El concurso abierto por el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) pretende adquirir, mediante compra pública precomercial, los servicios de I+D destinados a desalinizar agua con un consumo de energía inferior a 2 kilovatios/hora por metro cúbico, mínimo impacto ambiental y la integración de iniciativas que fomenten la economía circular en planta. La ejecución del proyecto tiene un tiempo máximo de 19 meses.

Este proyecto pone a Gran Canaria «a la vanguardia» de la desalación de agua y ayuda a afrontar el futuro «con mucha mayor tranquilidad, porque vamos a disponer de soluciones tecnológicas eficientes para afrontar este reto», agregó Morales. La isla, dijo, es «pionera tanto en desalación como en depuración, pero hay que afrontar el reto de seguir fabricando agua porque los acuíferos disminuyen».

Esta iniciativa responde a la apuesta del Cabildo, a través del Consejo Insular de Aguas (CIA) y la Sociedad de Promoción Económica (Spegc), y el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) para impulsar el desarrollo de tecnologías vinculadas a la desalinización dentro de la plataforma Desal+Living Lab.

En 2019 el CDTI lanzó una consulta pública para saber qué actividades de I+D proponían las empresas españolas para resolver necesidades públicas. Recibió 274 propuestas y de las canarias solo seleccionó la del Cabildo.

Gran Canaria tiene una capacidad de desalación de 104 hectómetros cúbicos de agua marina al año entre 20 desaladoras públicas y privadas. La isla produce el 50% del agua que consume y destina a ello el 15% de la producción eléctrica insular. En principio el prototipo que busca el concurso se probará en alguna desaladora del CIA.

Europa tiene una estrategia para desviar la ineludible trayectoria actual de colapso de los recursos puestos en servicio, hacia una sociedad neutra en carbono, sostenible, generando el mínimo impacto ambiental posible y eficiente en el uso de éstos. Todo pasa por aplicar conceptos económicos basados en la circularidad en las diferentes etapas de la cadena de valor.

La forma en la que se obtiene, transforma, distribuye, trata y se reutiliza el agua que consumimos no se queda fuera de esta estrategia. Y si consideramos los espacios insulares europeos, en donde el agua es un recurso muy limitado y normalmente sujeto a considerables impactos, aplicar principios de economía circular y sostenibilidad se convierte en una obligación de los Estados miembros europeos. Sin dejar atrás el papel que juegan los consumidores en este reto a conseguir antes de 2050.

En las islas europeas, las cuales por número y por población mayormente se localizan en el sur del continente (Grecia, Italia, España), el agua que se consume históricamente proviene de la pluviometría local, y cada vez más se obtiene de procesos industriales, como la desalación de agua de mar. Aquí nos encontramos la primera oportunidad de aplicar criterios circulares. Los procesos deben tender a incrementar la proporción  de agua desalada frente al agua captada. Además, eso permitirá reducir los volúmenes de salmuera que se generan, a la par que se valoriza este vertido con muchas expectativas de explotación. Cada vez más, los procesos para  potabilizar y desalar tienden  a reducir los productos químicos usados y/o a aplicar los menos tóxicos existentes.

En los espacios insulares europeos, donde el agua es un recurso muy limitado y normalmente sujeto a considerables impactos, aplicar principios de economía circular y sostenibilidad se convierte en una obligación.

Aparte de todo ello, la constante búsqueda de la máxima eficiencia energética y el uso de las energías renovables para reducir la huella de carbono, usadas ya sea de forma directa en bombeos o plantas de proceso, o mediante inyección a la red eléctrica, deben convertirse en obligación normativa en la cadena de valor del ciclo industrial del agua.

En cualquier territorio europeo, particularmente en entornos insulares, es inconcebible mantener rendimientos hidráulicos en las redes de distribución de agua, potable o agrícola, por debajo del 80%. Las mermas en las redes superan en muchas islas el 40%. Son, a día de hoy, la gran batalla ante la circularidad. No solo representan pérdidas económicas en la gestión municipal, sino que son un verdadero sumidero de pérdida energética y de impacto ambiental, al tratarse de aguas subterráneas con un alto valor ecológico o de aguas desaladas con una alta huella de carbono.

En este ámbito del consumo de agua potable para abastecimientos urbanos, el ciudadano juega un doble papel esencial. Por un lado, tiene en su “mano” reducir el consumo del recurso y por otro, velar por no contaminar más de la cuenta el agua que usa, que posteriormente tendrá que ser regenerada y reutilizada en usos de valor añadido. Las dotaciones por habitante en las islas europeas, sociedades aisladas antaño con mínimos recursos económicos, se han duplicado en menos de treinta años. El crecimiento económico, el estado de confort, el turismo, etc., repercuten inexorablemente en el incremento de la demanda y se hace preciso aplicar mecanismos de ahorro y sistemas de tarificación que fomenten el uso racional del agua. Europa apunta a mejorar un 10 % la eficiencia en el uso del agua. Objetivamente, parece un reto muy conservador.

La reutilización de aguas es un pilar fundamental en la economía circular al valorizarse un residuo como es un agua residual. La adecuada depuración y regeneración de aguas en islas es clave, puesto que se pone en valor un recurso que puede cubrir ampliamente usos agrícolas, ciertos usos urbanos o industriales, cubiertos mayormente con recursos naturales o aguas desaladas. Y por otro lado, se reduce la presión ambiental sobre el medio marino, puesto que hoy en día se devuelve al mar un altísimo porcentaje de las aguas servidas.  Es en este eslabón de la gestión del agua donde mayores esfuerzos deben ponerse, puesto que la depuración y la regeneración de aguas presenta grandes oportunidades de circularidad (reúso, nutrientes, agua a menor coste), a la vez que se pueden alcanzar otros objetivos de adaptación al cambio climático.

Y es que el cambio climático, ya visible en nuestras islas, nos obliga a mejorar la eficiencia en el uso del agua en hogares, industrias, sector turístico, áreas recreativas y complejos agrícolas. La estrategia circular nos permitirá reducir la demanda y fomentar la oferta sostenible de los recursos hídricos, junto a una adecuada planificación hidrológica con instrumentos útiles de gobernanza.

Circularidad, mitigación y adaptación al cambio climático, van de la mano en los entornos insulares para orientar nuestra sociedad hacia la sostenibilidad y adentrarse en otro reto aún mayor: la soberanía hídrica, energética y alimentaria.

Circularidad, mitigación y adaptación al cambio climático, van de la mano en los entornos insulares, para orientar nuestra sociedad hacia la sostenibilidad y adentrarse en otro reto, aún mayor, que no es otro que la soberanía hídrica, energética y alimentaria.

La comarca Norte contará con la primera desaladora de Canarias con criterios de economía circular. Se ubicará en el parque científico tecnológico de La Punta de Gáldar

La Mancomunidad del Norte ha adjudicado a la UTE formada por la empresa Canaragua y Elmasa los servicios de ingeniería, fabricación, instalación, puesta en marcha, explotación y legalización de una desaladora de agua de mar basada en criterios de economía circular para ser instalada en el Parque Tecnológico de Gran Canaria, en la Punta de Gáldar. Todo ello por un importe de 207.583 euros,

Será la primera planta industrial de Canarias diseñada bajo los criterios de economía circular, concebida como un proceso de producción de agua desalada con totales garantías, que requerirá la mínima energía al mayor factor de conversión posible, haciendo un uso sostenible de las materias primas.

La desaladora propuesta por la UTE se basa en la tecnología de ósmosis inversa, contará con una capacidad de producción de 375 m3/d de agua desalada, con menos de 750 uS/cm de conductividad, de los que 75m3/d se podrán destinar a agua de abasto para consumo humano del personal e investigadores que trabajen en el parque científico tecnológico; y el resto será agua industrial para la actividad de proyectos de las propias instalaciones.

Por el carácter altamente innovador y de máxima eficiencia que se pretende con esta desaladora, con el fin de respetar los principios de economía circular por los que el parque científico se constituye, esta planta presenta una serie de diferencias en el diseño y explotación. Entre ellas está la de no usar reactivos químicos en el pretratamiento; eliminar la filtración en arena al contar con un pozo playero de captación de agua de mar del que se prevé una adecuada calidad de agua a desalar; y dimensionar la desaladora con el equilibrio óptimo entre la conversión del proceso, el más bajo flujo de membrana posible y la energía consumida. Todo ello unido a un sofisticado sistema de control y adquisición de datos para garantizar una operación eficiente en modo automático presencial y remoto.

Además, según informa la Mancomunidad de Ayuntamientos del Norte, se va a incorporar en este diseño un elemento diferenciador para reducir aún más si cabe la huella de carbono de la desalación. Será la contribución de energía solar fotovoltaica aislada de red sin excedentes, conectada directamente a los variadores de frecuencia de las bombas de la planta. Es un concepto innovador que permitiría, gracias a una instalación de 22,5 kWp de energía solar fotovoltaica en la cumbrera de la nave donde estará alojada la planta desaladora, alcanzar un ahorro esperado de energía de la red eléctrica superior al 20% al año. Aplicaciones similares en plantas desaladoras testadas por el Instituto Tecnológico de Canarias en sus instalaciones de Pozo Izquierdo avalan esta solución para poder alcanzar ahorros de energía fósil de hasta un 35% operando en franja diurna.

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